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Mi hija, Cristina, en 2019 era una adolescente más que iniciaba una relación en el instituto, a los 15 años, con un chico que muchos creían que era «el chico ideal«, pero en realidad era ya un manipulador experto.


Cada vez que Cristina intentaba romper las cadenas de esa relación tóxica y machista, él respondía con un control extremo: la forzaba a permanecer en la relación, a ceder a sus abusos cuando él quería y la culpabilizaba de sus actos a través del miedo y el terror.


El abuso emocional y las amenazas de este machista y narcisista psicópata crearon en Cristina un ambiente de miedo, desesperanza y trauma.


La táctica más usada por los narcisistas: conocida como devaluación o bombardeo de amor seguido de desprecio, fue una constante en esta relación.


Y como arma final las amenazas de suicidio, culminación del control total a su víctima.


En 2021, nueve meses antes de su salvaje asesinato. Cristina decidió poner fin a su relación con este narcisista. Se sinceró con su familia y, juntos buscaron apoyo en el punto de violencia de género de Parla. Contó como abusaba de ella y la amenazaba con hacer daño a quienes amaba.
Cris confió su miedo a su psicóloga, buscó auxilio… pero vivió bajo esa presión invisible que asfixia y destruye por dentro a tantas mujeres.


Y, debido a la persistente negativa de este monstruo a aceptar la ruptura, junto con sus tácticas de acoso (persiguiéndola en redes y amenazando siempre con el suicidio), unidas a su intento de socavar la credibilidad de Cristina ante sus amistades, yo, su madre, redacté una carta dirigida a sus padres.


Este escrito fue un toque de atención hacia las graves conductas machistas y manipuladoras su hijo, exigiendo que intervinieran para que la dejara, de una vez, en paz.


A principios de 2022, Cristina había recuperado su autoestima y su alegría gracias al apoyo familiar y la intervención del punto violencia de género, lo que le permitió comenzar una relación sana.

Al verla feliz, este psicópata no soportó su bienestar y comenzó a estudiar metódicamente la forma de destruirla, hacerle el mayor daño posible a ella y a su familia.


El 30 de junio de 2022, Cristina, ya con 18 años, fue brutalmente asesinada a escasos metros de su propia casa en Parla, Madrid. Lo que le ocurrió fue un acto de violencia planificada, brutal y deliberada.

El asesinato de Cristina fue clasificado como un claro caso de violencia de género, generando una gran conmoción y una fuerte condena en Parla (Madrid) y en toda España.


Se guardaron minutos de silencio y se organizaron concentraciones en repulsa por este terrible crimen machista. Pero no todos los partidos políticos lo hicieron. Aún hay ignorantes negacionistas de algo tan real como es la Violencia Machista.


Y, ante la violencia de género que además es tan visible, solo se puede estar de un lado, espero que “los amigos” de este asesino se hayan dado cuenta y corrijan su proceder si se topan con más casos -que los hay y son visibles hoy en día-, pues ciertas políticas los están fomentando con sus bulos y machismo.


En Resumen:
La vida de Cristina fue apagada en un acto de sadismo que supera lo imaginable. Fue un asesinato, una ejecución planificada y salvaje. El monstruo que la torturó psicológicamente durante años la cazó como a una presa. La emboscó, la inmovilizó y la acuchilló sin piedad, delante de testigos que imploraban piedad.


Mientras Cristina luchaba por arrastrarse hacia un coche buscando refugio, su verdugo la arrastró de nuevo y continuó la masacre, ensañándose. La autopsia no miente: 42 cuchilladas, un carnicería total en cara, cuello y tronco. ¡Esto no es un asesinato, es una tortura mortal!

CRISTINA ESTA PUDRIÉNDOSE EN EL CEMENTERIO; SU ASESINO ESTARÁ PRONTO EN EL CALLEJÓN DE SALIDA.


Tras este horror insoportable, la justicia española nos escupe en la cara: ¡20 años de condena! En la práctica, este subhumano solo cumplirá 10 o 13 años «por buena conducta». Es decir, el asesino que destrozó a mi hija volverá a la calle, rehabilitado o no, para seguir su vida.
Mientras tanto, Cristina está bajo tierra. Su sonrisa, su futuro, su vida están robados para siempre.


¿QUÉ LEY PROTEGE AL ASESINO Y CONDENA A LA VÍCTIMA?


No hubo justicia en el juicio. Solo un pacto miserable con la ley que deja a nuestras hijas desprotegidas. La pena no es un castigo, es una palmadita. No es disuasoria, es una invitación a que el próximo cobarde narcisista haga lo mismo sabiendo que saldrá «por buena conducta».

¡ESTO NO SE ACABA AQUÍ!
No aceptamos este veredicto infame. No descansaremos. Seguiremos gritando con cada firma que:

¡LAS LEYES ACTUALES SON CÓMPLICES DE LOS FEMINICIDAS!

Nuestra lucha es para que ninguna otra familia sienta este dolor. Exigimos un cambio legal que imponga condenas JUSTAS, DURAS Y PERMANENTES para quienes ejecutan a mujeres.


Para mi hija ya es tarde, pero por favor ayúdame, difunde, firma, comenta…
Mayte (madre de Cristina)

¡BASTA YA!

Una condena debe ser:
✔ JUSTA → Que refleje el horror del crimen.
✔ DURA Y SEVERA → Que ningún asesino crea que puede salir impune.
✔ DISUASORIA → Que sirva de escarmiento para quienes piensen en hacer lo mismo.

¿Crees que Cristina obtendrá justicia?


¡Nosotros NO! y no nos callaremos hasta que la respuesta sea: SÍ.